—El Libro del Apocalipsis es por supuesto una metáfora, una alegoría; en ningún momento se asegura que algo así pudiera suceder, es algo que todas las religiones han…
—¿Pero entonces por qué tantos detalles en cómo se ve el dragón, la marca de la bestia y los mares expulsando a sus muertos?
El moderador del programa de debate era famoso por interrumpir bruscamente a sus invitados, el programa de hoy: «Apocalipsis, destino o leyenda»; tenía como panelistas a diversos teólogos, filósofos y religiosos de diversas creencias. Al momento de la emisión todas las fechas predichas por profetas habían transcurrido como cualquier otro día y los temas sobre el fin de los tiempos eran cada vez menos populares; tantos apocalipsis habían «sucedido ya» que el interés estaba por los suelos.
—De eso es de lo que trata una metáfora. —Indicó el invitado católico. —La idea del dragón representa al mal de grandes proporciones, una figura grotesca, aberrante e imponente que engulle todo lo bueno a su alrededor. —Comentó mientras la cámara se centraba en su curtido rostro y la pantalla mostraba su nombre al lado de cuantiosos logros académicos en estudios sobre teología.
—¿Me dice que todo lo que pregonan sus libros es en sentido figurado? ¿Para qué pasar todo el tiempo portándonos bien si…
El moderador no tuvo ocasión de terminar su apunte, la transmisión fue súbitamente interrumpida; los televidentes desde sus casas sólo veían el temido Sistema de Transmisión de Emergencia, una imagen conocida de sobra en películas que tratan de desastres a gran escala.
—ESTO NO ES UNA PRUEBA, POR FAVOR MANTÉNGASE EN SINTONÍA.
—ESTO NO ES UNA PRUEBA, POR FAVOR MANTÉNGASE EN SINTONÍA.
—ESTO NO ES UNA PRUEBA, POR FAVOR MANTÉNGASE EN SINTONÍA.
En el estudio de grabación nadie sabía realmente qué estaba sucediendo y asumían se trataría de algún problema técnico; tras algunos minutos de duda en los que no encontraron indicios de problemas locales, los elementos del staff comenzaron a alterarse y mostrarse desesperados al ir recibiendo, cada uno por diversos medios, noticias sorprendentes; su estado de inquietud llegó a alarmar a los invitados quienes finalmente decidieron preguntar qué ocurre.
—Recibimos un parte informativo de nuestras agencias… algo está pasando, algo grande. —Comentó el jefe de piso, visiblemente alterado. —Aún buscamos confirmación de otras fuentes pero parece que se abrieron enormes agujeros en el suelo.
—¿Un terremoto? —Preguntó el invitado judío.
—Más bien varios simultáneos, todos en diferentes partes del mundo, muchos en zonas que no son sísmicas.
—Bueno, ¿y acaso es tan grave? —Preguntó el invitado musulmán. —¿Qué partes se han visto afectadas?
El jefe de piso pareció ignorar la pregunta al recibir por radio un comunicado.
—Esto parecerá una locura, —sudaba y hablaba casi emitiendo un chillido. —Me informan que algo está saliendo de los pozos, bueno, varias, eh, cosas.
El rostro del jefe de piso se veía pálido, sin embargo se le podía reconocer una especie de incredulidad debido a una extraña sonrisa que le deformaba la cara, lo que fuese que estaba ocurriendo no parecía ser cierto de acuerdo a su forma de expresarse, una mezcla de ansiedad y emoción morbosa. Sus ojos se veían vacilantes, parecía que buscaba en los rostros de los invitados alguna guía que le indicara si lo que estaba leyendo en sus reportes, mismos que no había aún compartido con alguno de ellos, podría ser una realidad.
El presentador del programa había estado misteriosamente callado desde la interrupción de su show, contrario a su costumbre no se veía muy inclinado a participar en el debate; aquellos que lo conocían sabían que su personalidad en pantalla no era igual a su personalidad real, sin embargo no por eso era menos curioso.
—Anda hombre, ya dinos qué sucede. —Su voz era calma pero su rostro estaba tenso.
—Es que es imposible… las fuentes dicen que de los pozos están saliendo seres, animales, gigantes, monstruosos… Parece cosa de película… es increíble.
El grupo se quedó en silencio algunos segundos, más de uno trató de contener alguna risa.
—Hablan de una criatura enorme, parecida a un dragón. —Dijo estas últimas palabras casi sonriendo debido al tema que estaban tratando previamente y al irónico momento en que la transmisión se detuvo, sin embargo era difícil decir si lo hacía de ese modo por algún tipo de miedo o si realmente le causaba risa el asunto. Todos los invitados guardaron silencio por algunos instantes, mirando cada uno los ojos nerviosos de sus colegas. En ese tiempo se pudo sentir mejor el ambiente general del estudio, el cual pasaba gradualmente de la incredulidad inicial a un claro temor conforme más información llegaba al estudio.
—Pues bien, —dijo el invitado católico con cierto aire de ironía y sin revelar muchas emociones de su parte, serio como retrato al óleo se encontraba al decir: —¿Quién lo hubiera visto venir?
