—¡Más rápido, más fuerte!
Edium gritaba tanto como podía, exigía a cada uno de sus pupilos entregaran todo en ese instante, no había un después, la economía de energía no era algo que él conociera o se interesara por conocer, ciertamente le repugnaba la idea de no dar todo cada día.
Eran las seis de la mañana con veinte minutos y el grupo ya estaba exhausto; seis días a la semana los GAMERS debían estar en el gimnasio, puntuales; llegar tarde acarreaba un castigo muy duro. Con apenas unos cuantos minutos de ejercicios ya algunos habían vomitado y otros sentían que se desmayarían; incluso los cadetes en mejor condición, esos pocos que acostumbraban acudir al gimnasio todos los días en el pasado, la pasaban mal, la intensidad que el teniente exigía era algo que jamás habían visto.
El acondicionamiento físico era la especialidad del teniente Edium, era por eso que este grupo, tan importante para Bushnell y Baer, le había sido asignado. Edium tenía la misión primordial de ponerlos en buena forma y pensaba cumplirla, para ello exigía una disposición absoluta y su completa obediencia, así como una muy estricta dieta; no les quedaba mucho tiempo, necesitaban lograr resultados antes de comenzar la fase práctica.
Todos los días, a la misma hora, habían de realizar largas sesiones de preparación, incluso el simple calentamiento era extenuante, Edium forzaba a sus cadetes a estirar sus cuerpos de formas extremas, justo al borte de romper huesos y desgarrar músculos; aunque el teniente era un experto, debido a tal intensidad no eran inusuales las lesiones durante la fase de calentamiento, —»Mejor aquí que en el campo de batalla», —decía Edium a cada pupilo que se lesionaba o que le suplicaba clemencia. Después debían trabajar sus brazos y piernas, era indispensable comenzar a adquirir fuerza y velocidad; Edium «instaba» a aquellos que estuvieran a punto de desfallecer a seguir «sólo un poco más», que se extendía hasta que el pobre aspirante a GAMER terminaba por caer rendido o vomitaba a un costado. A las diez de la mañana el teniente daba por finalizada la sesión de acondicionamiento y todos los cadetes eran llevados a otra zona del búnker, donde comenzaría su instrucción teórica, —»Mente y cuerpo trabajan al unísono», —decía, consideraba que el trabajo físico extenuante ejercitaba no sólo al cuerpo sino también al cerebro, pensaba que sus pupilos estarían más dispuestos a aprender después de una «saludable» sesión de acondicionamiento. Y al final de la sesión teórica, se repetiría el mismo ejercicio de la mañana; era realmente agotador y debían hacer eso todos los días.
Habían terminado sus ejercicios de acondicionamiento matutinos, sesenta y cuatro muy agotados GAMERS se encontraban ahora dentro de un lugar que daba una clara impresión de ser un salón de clases. Las apariencias no engañaban pues dicho lugar había sido remodelado para ser lo más similar a un aula de universidad, con una serie de asientos escalonados que se elevaban hacia las paredes y su respectivo espacio para colocar equipo de cómputo. Era un espacio que era muy familiar a todos los jóvenes que en él se encontraban, esperaban así se sintieran más seguros y cómodos en un ambiente que les fuera muy familiar, con eso iniciaban formalmente las sesiones de la «fase teórica».
Entre los varios objetivos de esta fase, uno de ellos era que sus pupilos aprendieran lo básico en lo consistente a su preparación física, en cómo se beneficiaban física y mentalmente de los intensos ejercicios que acababan de realizar durante la mañana, a entender qué partes de su cuerpo interactuaban con cada movimiento y cómo hacer para maximizar su eficacia y disminuir el daño por el empleo extremo de sus capacidades físicas, lo cual era lo cotidiano en las fuerzas militares; les enseñaba también distintos métodos de supervivencia, cómo sobrevivir en ambientes hostiles, la protección que diferentes coberturas les podrían brindar; era muy exigente a la hora de que sus GAMERS aprendieran acerca de la resistencia de diferentes superficies. También debían conocer completamente a su enemigo, su fisiología y pautas de comportamiento; a sus compañeros, su manera de comportarse, sus intereses, sus miedos, sus virtudes y defectos; y también lo propio de cada uno, todos ellos debían realizar autoanálisis diarios, entenderse a sí mismos y ser plenamente conscientes de lo que pueden lograr y lo que está temporalmente fuera de su alcance; Edium exigía ese autoanálisis a diario y por escrito, después forzaba a sus pupilos a superar las barreras que ellos mismos habían reconocido y a encontrar otras más elevadas para superarlas también. Por supuesto que una gran parte de esta fase también sería dedicada a familiarizar a los cadetes con el armamento y con el resto del equipo que habrían de utilizar, en ayudarles a aprender a usar un arma de verdad, saber manipularla por completo en situaciones de estrés extremo. Para todos los GAMERS que alcanzaran llegar al final de la «fase teórica», sus cuerpos tendrían la capacidad de realizar lo que sus mentes hacían en las pantallas. Cuando esta fase terminara daría inicio la «fase práctica», donde pondrían a prueba todos sus conocimientos adquiridos previamente, en simulaciones relativamente seguras y controladas de situaciones reales de combate, esa era la etapa que a todos emocionaba pues era similar a un videojuego, todos querían participar, pero primero debían soportar la desgastante fase teórica.
Lorte Edium se encontraba al centro del salón, en la parte más baja, frente a una pantalla táctil gigante en donde mostraba los contenidos a instruir durante esa sesión. Durante la misma y debido a su método pedagógico, su trabajo se limitaba a orientar y señalar los puntos que él consideraba importantes, eran los propios cadetes los encargados de realizar el análisis de lo que estaban viendo; en una batalla real no habría segundas oportunidades, Edium había decidido ser duro y no llevarles de la mano. Y claro, entre cada larga jornada educativa y sin previo aviso, los cadetes debían someterse nuevamente a un «leve» período de acondicionamiento físico adicional; soportar sus extenuantes entrenamientos era sin duda la parte más difícil de su método.
—Me da mucho gusto ver que, hasta ahora, todos se encuentran aún dentro del Programa GAMER, deben sentirse orgullosos, en otros grupos ya ocurrieron algunos casos de renuncias., sin duda ustedes son excepcionales; pero déjenme decirles que lo realmente difícil empieza ahora, si no han tenido deseos de irse, les aseguro que muchos los van a sentir.
Edium hablaba sonriente, trataba de ser cómico e irónico en sus palabras. El efecto que causaba en algunos de los GAMERS, en especial en Kl4ws, era el de un payaso.
—Todos ustedes ya han sido divididos e integrados en dos equipos de treinta y dos cadetes cada uno, ¿verdad? Espero que se sientan muy felices dentro de sus respectivos equipos y que sigan a la perfección las órdenes de sus líderes, la señorita Reuter para el equipo Alpha y el señor Reolf para el equipo Bravo. Les garantizo que el puesto de líder que ostentan es más que merecido.
Los GAMERS habían sido asignados a cada equipo desde que Edium diera la orden a Sharon y a Reolf, ellos inmediatamente reunieron a su gente y transmitieron la información. Cada GAMER sabía ya a qué equipo pertenecía pero, hasta el momento, esos grupos no habían sido utilizados por Edium.
—Pues, ¿qué creen? Las reglas cambian, en una guerra no hay reglas establecidas; lo que un momento parece lo adecuado puede cambiar de un momento a otro, las cosas serán un poco diferentes a partir de ahora; debido a la notoria falta de integración que he notado en estos días entre ustedes, que se han enfrascado en sus propios grupitos, he formado treinta y dos equipos de dos cadetes cada uno que habrán de pasar mucho tiempo juntos; cada miembro ha sido seleccionado de acuerdo a sus características individuales, los miembros de cada dúo tienen fortalezas y debilidades que el otro no posee, así su interacción será simbiótica, se complementarán el uno al otro; será su deber el aprender de su pareja para que ambos mejoren y se desarrollen como futuros soldados. Ahh y un detalle más que hará esta fase más interesante, estas parejas están formadas por integrantes de bandos opuestos de la fase práctica.
El teniente era una persona preparada en asuntos pedagógicos; su estrategia de hacer pares de personas con cualidades diferentes y que además pertenecieran a equipos opuestos durante la segunda fase, tenía una razón de ser: necesitaba formar un grupo cohesivo, al unir a dos personas incompatibles, y posteriormente rivales, formaría en el grupo un vínculo mayor, obligará a sus estudiantes a conocer a su compañero para trabajar con él, a ayudarle a crecer y después, tendrá que eliminarlo.
Los equipos ya habían sido preparados con antelación, el teniente proyectó en la enorme pantalla una gráfica muy fea del propio salón, él mismo la había dibujado, con garabatos numerados que representaban los diferentes asientos; los GAMERS tuvieron que reprimir los deseos de reír por los burdos dibujos aunque a más de uno se les escapó una risilla casi inaudible; mal para todos, tendrían en represalia un trabajo físico más intenso al terminar el día. A continuación Edium decía en voz alta los nombres de los integrantes de cada pareja seguidos de un número, quienes habrían de levantarse y dirigirse a sus lugares designados.
Le gustara o no, Edium estaba obligado por Bushnell y Baer a siempre dedicar tiempo extra a las estrellas del programa: Sharon, Kl4ws y Gabe; tuvo que trabajar tiempo extra para asignarles una pareja adecuada. Gabe era un elemento muy complicado, no escuchaba a nadie ni trabajaba en equipo, ¿quizá una linda chica podría ayudarle a cambiar su actitud? Pensó en Sharon pero eso dañaría la dinámica de la «fase práctica», la tierna Brooke era una mejor opción, si alguien podría llegar a él era esa dulce muchacha. Con Kl4ws decidió hacer un experimento, aunque como le caía mal el chico, realmente sólo quería sacarlo de sus casillas; en vez de emparejarlo con un opuesto decidió hacerle probar lo que él hacía sentir a los demás, por ello le asignó un compañero tan problemático como él, Lewis, que era su alumno favorito y a quien le indicó no reprimirse, Kl4ws odió esa situación, el teniente disfrutó al ver su expresión de rabia.
Quedaba Sharon, la protegida de Bushnell y Baer; debía irse con cuidado con ella, era una chica dominante, egocéntrica y consentida, había que darle un reto, una responsabilidad, pensó divertido en darle un perrito pero no era una posibilidad, buscó lo que más se le pareciera y la emparejó con Jurgen; un chico retraído, tímido, asustado hasta de su sombra; con él Sharon tendría que aprender a hablar por alguien más, a cuidar de alguien además de ella misma; tendría que soportar esas extrañas peculiaridades que había notado en él, —»aprenderá que hay otros que dependen de ella, que la necesitan», —pensó. Y Jurgen también se vería beneficiado, le serviría a modo de «inoculación al estrés», obligaría al chico a enfrentar su ansiedad al tener que convivir todos los días y durante varias horas con una chica que lo intimidaba, había notado su miedo social, y qué mejor que enfrentarlo todos los días con alguien como ella; —»y le dará la oportunidad de destacar de vez en cuando, que buena falta le hace». —Emparejó al resto de la misma forma, Edium se divirtió mucho agrupándolos y no podía esperar el ver qué ocurriría después.
Sharon se dirigió en silencio al que sería su lugar de ahora en adelante, su nuevo compañero ya se encontraba ahí; éste se ruborizó al verla llegar y atinó a decir un tímido hola que Sharon respondió con una sonrisa mas no dijo una palabra; no le molestaba hacer equipo con él, de hecho se sentía aliviada de que Edium no tratara de escarmentar a Kl4ws ubicándolo con ella; con que su nuevo compañero no la hiciera quedar mal se daría por satisfecha, aún si le tocaba hacer todo el trabajo.
—Bueno, bueno; comencemos. —Aplaudió con exceso de energía. —Pongan mucha atención, esto que están por ver el día de hoy es de gran importancia y sepan que también es información confidencial. Algunos de ustedes quizá habrán visto un sheitan o dos, pero no saben realmente qué son estas cosas; para poderlos matar necesitan conocerlos a la perfección.
Edium hizo un ademán para indicar el ingreso a unas personas que esperaban detrás de la puerta. Eran dos sujetos vestidos con batas blancas y que traían una gran camilla, una enorme sábana blanca cubría una protuberancia sobre ella, evidentemente se trataba de un sheitan muerto.
La presencia de la bestia frente a sus ojos impactó a la mayoría de los GAMERS, muchos de los cuales jamás habían visto a uno, pues en la seguridad de sus refugios y con las prontas evacuaciones, tuvieron la fortuna de no tener que toparse con una de estas cosas. La criatura yacía de espaldas sobre un delgado colchón manchado de una sangre negrísima y coagulada. La bestia, que medía poco más de dos metros y medio, tenía varias heridas de bala que evidenciaban la causa de su deceso. Su piel era grisácea, verrugosa, gruesa y seca; también le faltaba un brazo que había sido destrozado por una detonación. Edium se mantuvo en silencio durante un par de minutos para escuchar los comentarios de sus estudiantes, los cuales trataban de hablar en voz baja, algunos estaban asustados, otros hacían bromas, el teniente estaba complacido.
—¡Oye, pon atención! Esa cosa es lo que tenemos que matar, no te duermas, ¡no me hagas quedar mal! —Sharon notó que su compañero veía hacia la nada, parecía un poco «ido» y trató de sacarlo de su letargo, haciendo justo lo que Edium esperaba que hiciera. El teniente la observaba desde la distancia, disfrutando el ver que su análisis sobre ella era acertado.
—…Es feo… —Atinó a decir Jurgen después de balbucear algunas palabras que, nuevamente, Sharon no pudo entender, y a las que simplemente sonrió por cortesía.
Los comentarios del resto de los cadetes no diferían demasiado, predominaba lo horribles que eran esas cosas, les asombraba el tamaño, aún más imponentes físicamente que lo que habían escuchado; sin embargo fuera de que estaban realmente feos, no sabían mucho más, eso ya estaba por cambiar.
—Veo que les impresiona su apariencia. —Edium hablaba sonriendo, tal era su forma habitual de expresarse, con un dejo de cinismo e ironía, un modo de hablar condescendiente, como si le causara gracia la ignorancia de sus interlocutores. —Sí, nuestros enemigos son muy desagradables de ver, más aún de oler. Ustedes tienen la fortuna de que esté muerto, el proceso de conservación ha eliminado su olor natural. Cuando están vivos, que es como se los van a encontrar, despiden un olor más desagradable que su aspecto, una mezcla de azufre y de gases en descomposición. Soportar ese olor es una de las tareas más complicadas que deben solventar aquellos que tienen que matarlos.
Y Edium añadió.
—Como habrán de suponer por el hecho de tener a uno de estos aquí, los sheitans son seres vivos, respiran, comen, defecan. En cierta forma, biológicamente no son tan diferentes de nosotros: tienen huesos, músculos, un poco de grasa, sistemas nervioso y circulatorio, incluyendo cerebro, corazón y sangre. Tienen también un poderoso sistema endocrino y exocrino del que más adelante hablaremos; también sabemos que son seres sexuados, los hay machos y hembras aunque resulta difícil distinguir unos de otros hasta no hacer una inspección detallada pues sus órganos sexuales son retráctiles. No cuentan con todos nuestros mismos órganos pero…
Edium hizo una seña a ambos médicos que trajeron al sheitan, quienes se apresuraron a abrir el pecho de la criatura, el cual se mantenía cerrado con suturas pues había sido previamente abierto.
—A los ojos de un inexperto, sus estructura interna no es muy diferente a la nuestra, tienen los mismos puntos débiles que nosotros: cerebro, corazón; destruyan uno de esos y estas cosas caerán, háganlo perder mucha sangre y caerá rendido, así será mucho más fácil matarlo.
Los cadetes observaban desde sus pantallas un acercamiento hacia el cuerpo de la bestia, una cámara en las alturas servía para transportar la imagen de lo que sucedía a cada monitor, incluida la gran pantalla táctil, en la que Edium remarcaba con un puntero algunos de los órganos que se habían identificado como vitales; acción necesaria pues estos órganos no eran idénticos a los de los humanos, aun y cuando funcionaran casi de la misma forma.
—¿Si son tan parecidos a nosotros, por qué cuesta tanto trabajo matarlos? —Preguntó un cadete.
—Buena pregunta. Verán, la piel de estas cosas es muy gruesa, muy rugosa; las balas de uso comercial no logran perforar lo suficiente de las capas de piel como para causar daño letal, incluso usando municiones de calidad militar, la mayoría de éstos muere más debido al desangramiento causado por múltiples impactos que por un daño contundente e inmediato a sus puntos débiles; es por eso que se necesita una gran cantidad de impactos de bala para derribar a un sheitan pues uno sólo no causa suficiente hemorragia para debilitarlo.
—¿Qué calibre es el adecuado para enfrentarlos? —Preguntó otro.
—Técnicamente cualquier tipo de arma de fuego es mejor que nada, con suficientes disparos de 9 milímetros se podría derribar a uno, suponiendo que esta cosa no los atrape antes de que le acierten unos veinte cargadores completos; los sheitans alcanzan velocidades de más de cincuenta kilómetros por hora y si brincan recorren aún más distancia. Lo más efectivo que hemos comprobado en cuanto a calibres, es usar municiones destinadas a derribar animales de gran tamaño como las calibre .458 Win Mag que se usan en la caza de elefantes, las calibre .50 de las torretas estacionarias o cualquier munición con la capacidad de perforar blindaje. Por supuesto tendrán las adecuadas cuando estén allá afuera. Si alguno de ustedes tuviera la fuerza de un súper héroe quizá podrían matarlos con armas punzocortantes, aunque tal hazaña es algo limitado a sólo alguien sobre humano.
—¿Qué pasó con eso del Gran Error, por qué no funcionó?
—Eso es algo que algunas personas tendrán que cargar el resto de sus vidas, que por cierto no serán muy largas si no tenemos éxito. Sí, el Gran Error, para aquellos que no estén familiarizados, pues no se dio a conocer, ese evento se trató de un ataque nuclear en contra de las ciudades que habían sido más gravemente afectadas por los sheitans. No les importó (a los dirigentes) que millones de inocentes quedaran atrapados bajo el fuego nuclear, se esperaba que las bombas acabaran con casi todas las criaturas de un solo movimiento pero no sucedió así. Sólo los sheitans cercanos en la «zona cero» fueron mayormente aniquilados mientras que al resto no les pasó nada; nuestros gobernantes extinguieron de golpe una fracción importante de nuestra especie, destruyendo y dejando permanentemente inhabitables muchas zonas urbanas, y todo para matar un puñado de criaturas.
—¿Por qué los sheitans no se vieron afectados por las bombas?
—Sus pieles, su falta de puntos vitales. Para lograr atravesar la piel de estas criaturas se necesita mucha concentración de presión, una explosión se dispersa de manera desigual y no siempre acaba dañando donde debería dañar. Dentro del radio central de explosión la mayor parte de los sheitans murieron al verse destrozadas sus cabezas o sus torsos, pero más allá de… sesenta kilómetros cuadrados, el daño no fue lo bastante intenso como para matarlos; las heridas que recibieron no dañaron partes vitales; peor aún, la radiación no les afectaba en lo más mínimo por lo que toda la destrucción de las poderosas bombas Tsar que usaron fue en vano; originalmente se planeaba bombardear varias ciudades pero finalmente se quedó en tres.
Edium añadió:
—También es por eso que las balas son más recomendables que los explosivos para matar sheitans. No es que una explosión no los dañe pero para que un explosivo haga efecto en algo vivo se requieren ciertos factores como un efecto de presión contra algunos órganos importantes, que, como hemos dicho, los sheitans tienen pocos. La presión que provoca la onda expansiva tampoco alcanza siempre a superar el umbral de resistencia de las pieles de estas criaturas, acostumbradas a vivir bajo tierra soportando presiones atmosféricas terribles; así el daño de la explosión no les causa heridas mortales en la mayoría de los casos. Por otro lado la presión provocada en la punta de la bala, que tiene mucha densidad contenida en un espacio pequeño, y que además viaja a gran velocidad, logra mucho mayor penetración que una explosión. Si alguno de ustedes arrojara una granada común a un sheitan, suponiendo claro que la bestia no se dé cuenta, hay quizá menos de un treinta por ciento de probabilidad de que la explosión lo mate o hiera de gravedad, probabilidad que baja mientras más criaturas haya cerca pues sus pieles absorberán la onda expansiva, impidiéndole alcanzar a más de ellas; no obstante, con las balas de calibre adecuado podrían acabar con una en unos… diez segundos, si son certeros y conectan la cabeza o el torso por supuesto.
Edium procedió a mostrar más de cerca el cuerpo de la bestia.
—Como pueden ver mientras diseccionan lo que, asumimos, es su estómago, hay restos de carne dentro de él. Estas criaturas se alimentan de carne, mayormente humana por desgracia. La digieren rápidamente y eso les brinda un empuje energético instantáneo. El momento en que estas criaturas son más peligrosas es justo después de tragar alguna porción de alimento; al hacerlo su fuerza, velocidad y ferocidad se incrementa. Lo que es peor, no parece que alguna vez se sientan satisfechos, esto debido a que realizan la digestión tan rápido que necesitan mantenerse consumiendo más y más.
Tras una breve pausa el teniente hizo otro ademán, tras el cual los dos hombres de ciencia abrieron la parte de la garganta de la bestia.
—Ahora conocerán una de las características principales de los sheitans, su capacidad para lanzar bolas de fuego, la cual es su mejor arma contra nosotros. Esta habilidad está relacionada con su capacidad digestiva y el sistema endocrino. Son capaces de digerir a tal velocidad gracias a que dentro de ellos viven bacterias voraces que acaban con el alimento en pocos segundos, esto genera mucha energía, misma que es degradada en gas, los mismos gases que les hacen tener tan mal olor por cierto. Estos gases son inflamables aunque no afectan al interior de los cuerpos de estas criaturas; realmente lo que posibilita las bolas de fuego es una combinación de gran cantidad de estos gases con líquidos digestivos y una sustancia similar a la saliva, que también es inflamable.
Edium hizo una pausa y tomó un frasco forrado de piel, la misma de un sheitan; dentro se encontraba el líquido del que hablaba; procedió a hacer una demostración. Utilizando un muñeco de gel de balística que vestía un uniforme militar tradicional y blindaje, le arrojó el contenido del recipiente, el cual no tendría más de medio litro.
A continuación tomó un trapo y sumergió una punta del mismo en el mencionado líquido, después se hizo de un fósforo y procedió a encender ese trapo, el cual se prendió inmediatamente, con un brillo muy intenso. Inmediatamente repitió la operación anterior y arrojó el trapo en dirección al muñeco empapado, el cual se incendió al impacto, derritiéndose en cuestión de segundos.
—Como suponen, les llamamos bolas de fuego porque están envueltas en fuego; todo el líquido que generan en su interior incrementa su energía al añadirle fuego. Es tan inflamable que basta una pequeña chispa para incendiarlas, esa chispa la producen ellos mismos mediante esta estructura de aquí.
Edium señaló en la pantalla una especie de «baquetas» hechas de algo que no era propiamente hueso; estaban ubicadas a la altura de la garganta, paralelas una a otra, aunque con una leve inclinación que no las hacía simétricas a la vista.
—A esto que ven aquí se le ha dado el nombre de «Yesqueras». En ciertos momentos de excitación, el sheitan puede hacer que éstas vibren a gran velocidad, rozando con ello los bordes de cada lado, lo que causa una chispa. Estos monstruos entonces regurgitan la mezcla de líquidos digestivos y gases emanados por las bacterias en sus estómagos, los cuales tienen una consistencia adherente y mucosa. Al pasar junto a las «Yesqueras» mientras están vibrando, la bola ácida se enciende y después es expulsada a gran velocidad; efectivamente, es un escupitajo. En las demostraciones pasadas la mezcla química que usamos no contenía los gases, pues éstos se esparcen rápidamente en la atmósfera; con el gas en la ecuación el efecto es una bola más densa, más brillante, y que causa una desintegración casi instantánea. Una sola de estas bolas de fuego encendida alcanza más de mil grados Celsius y probablemente sería capaz de quemar los cuerpos de los propios sheitans si por alguna razón permanecieran dentro de sus cuerpos más tiempo que el necesario antes de ser expulsados.
Sharon, al recibir tal información, inmediatamente imaginó formas en que podría cerrar la boca del monstruo si lograse reconocer las señales de que estaba por disparar, claro que pensarlo era una cosa y hacerlo una muy distinta.
—Una vez encendidas, estas bolas de fuego no pierden su consistencia viscosa y adherente por lo que se vuelven básicamente fuego líquido. Un pequeño contacto bastaría para que la zona impactada desapareciera.
Los GAMERS comenzaron a preocuparse un poco, hasta ahora todo había sido para ellos como un videojuego: entrenamientos físicos, algo de teoría, era incluso emocionante. Ahora estaban conociendo lo que les podía pasar; se dieron cuenta de una terrible realidad, no todos iban a salir con vida.
—Pero sonrían, no todo está perdido. Se necesitan algunas condiciones para que un sheitan pueda producir una de estas bolas. En primer lugar es necesario que hayan comido para que sus bacterias generen los gases. Además tanto los gases como los jugos digestivos y la saliva son limitadas, con el pasar del tiempo y tras lanzar varias de estas bolas de fuego, sus ataques irán perdiendo intensidad y masa; a menor peso su velocidad y alcance disminuye, hasta que finalmente se agotan y no son capaces de lanzar más. Si el sheitan sobrevive puede recuperar esa habilidad comiendo y descansando así que no los dejen ir si notan que hay uno cansado. Tampoco es imposible evadir sus bolas de fuego a máxima potencia, la mayor velocidad que hemos logrado medir es de 149.67 kilómetros por hora, aproximadamente lo mismo que un balonazo dado por un futbolista profesional. Si conservan su distancia serían capaces de quitarse del camino.
—Ehh… Teniente, una pregunta. ¿Cómo es que conocen el proceso de ignición de las bolas de fuego? —Brooke formuló la pregunta, cuya respuesta la dejaría sorprendida y aterrorizada, al igual que al resto de los cadetes.
—Tenemos varios especímenes aquí en el búnker y no todos están muertos. ¿Han escuchado hablar de la vivisección? Hemos visto directamente cómo estas cosas generan los componentes y cómo éstos son encendidos y expulsados.
La respuesta asqueó a Brooke por su inhumanidad, la vivisección era algo terrible, incluso para los sheitans. Por un momento ella pensó que quizá la raza humana se merecía lo que estaba sucediendo. Sintió entonces una extraña compasión hacia aquellas cosas a las que antes tanto temía.
Además de indignación de parte de aquellos cadetes más sensibles respecto a la vida y dignidad de otras especies, la noticia causó gran temor. Dentro del búnker, bajo el campamento más importante del mundo, había sheitans vivos. Si algo habían aprendido de tantos años de jugar videojuegos y ver películas de ciencia ficción era que tal acción siempre derivaba en tragedia.
—Sé lo que están pensando. —Respondió Edium. —No es lo óptimo tener a estas cosas aquí, pero es el único lugar donde contamos con los recursos para estudiarlos a fondo. Tenemos a grandes investigadores que han logrado enormes descubrimientos gracias a estas acciones, muchas de esas inhumanas como seguramente piensa la señorita Hamilton, pero es gracias a ello que tenemos una posibilidad de sobrevivir.
—¿En dónde están esas bestias? —Preguntó alguien.
—Es confidencial. —Respondió Edium.
—¿Qué hay de los otros? —Fue la pregunta hecha por Reolf. Se refería a los otros tipos de sheitan.
—Los pequeños como este no son todos idénticos pero en nuestros estudios hemos visto que todos están compuestos de la misma forma, todos cuentan con la misma estructura base aunque no todos tienen las «Yesqueras», es por eso que algunos no podrán jamás lanzar bolas de fuego. De todos modos eso no los hace menos peligrosos, todos los sheitans usan sus brazos y piernas para destrozar a sus víctimas antes de comerlas, como pueden ver, tienen garras, muy afiladas y muy duras. Algunos además tienen tentáculos u otros apéndices como colas, crestas, alas. Deberán cuidarse de todos con la misma intensidad, algunos dicen que es preferible morir por las bolas de fuego que por sus ataques cuerpo a cuerpo. —Contestó Edium.
—Él se refería a los grandes. —Añadió Kl4ws, con muy poco tacto por cierto. Aunque no habían convivido mucho, respetaba la inteligencia de Reolf y pudo ver qué tipo de pregunta realmente formulaba.
—Conocerán la estructura de algunos medianos más adelante. Si la pregunta era referente a los gigantes, no hemos podido aniquilar a uno sólo.
La respuesta de Edium nuevamente causó un efecto negativo, los gigantes eran los más temidos y, por lo que se veía, no existía poder suficiente para matarlos, y eran cientos.
—Lo que sí sabemos de ellos. — Añadió una vez más el teniente, haciendo un gesto ominoso. —Aquellos que lanzan bolas de fuego, éstas arden más intensamente.
La respuesta no dejó felices a los cadetes, pero eso no cambiaba las cosas, si estaban ahí era porque las tácticas anteriormente utilizadas no habían sido eficaces. Quizá antes no habrían podido derribar a un gigante pero las cosas tendrían que ser diferentes cuando ellos entraran al «juego».
Edium continuaba explicando más detalles acerca de la anatomía de las bestias, relatando aspectos ya más o menos conocidos como el hecho de que solían formar nidos en sitios profundos, ocultos del sol; que generalmente se movían silenciosamente en manadas. También hizo hincapié en la poca inteligencia desplegada por ellos; aunque eran buenos cazadores, no parecían tratar de evitar daños y simplemente se lanzaban directo a sus presas, en línea recta. Edium les recalcó el mantener una línea de fuego firme, estable y enfocada en la criatura más cercana, de modo que cayera lo antes posible. La transmisión de la disección de la criatura seguía mostrándose, de la cual los dos médicos separaban con cuidado los órganos, dejando ver claramente, a todo color y en alta definición, las características corporales de la criatura. Fue en un paneo de cámara que el callado Jurgen, buscando iniciar conversación, hiciera un tímido comentario hacia su atractiva compañera, requirió de más valor que el que alguna vez hubiera logrado acumular.
—…Esa parte, la joroba… —Desde el comienzo Jurgen notó el pequeño abultamiento en la parte alta de la espalda, el cual diseccionado como estaba ofrecía una nada agradable vista de su composición. Al ver esa forma sintió que por fin tendría algo qué decirle a la chica; el joven no pudo articular palabras coherentes a causa de su timidez por lo que sólo emitió sonidos ininteligibles, eso provocó que Sharon acercara su rostro al de su compañero para escuchar más claramente, lo que lo puso muy nervioso y le hizo tirar su teclado. A Sharon, acostumbrada a causar nerviosismo a algunos colegas videojugadores, esto la hizo reír lo suficientemente fuerte como para que la voltearan a ver y fuese reprendida por Edium.
—¿Qué viste? —Sharon respondía tras la reprimenda a la que fuera sometida, misma que había disminuido un poco el nivel de tensión que sentía su compañero. Ella se tomó el regaño con humor.
—…Esta parte de ahí, en la parte de unión entre el cuello y la espalda, la joroba; la piel en los animales con joroba a veces es menos gruesa y funciona como depósito de grasa; la grasa es menos densa que el músculo, sería… Un punto débil quizá.
—¡Mein Gott! Sharon reaccionó interesada aunque su expresión no fue lo bastante audible como para merecer otro regaño. —¿Eres biólogo o algo así? ¿No? Se ve que te gusta mucho leer; quizá convenga tenerte cerca después de todo.
Jurgen no supo cómo tomar ese comentario, ¿acaso escondía una burla?
—¿No piensas comentarlo con el teniente?
Jurgen guardó silencio. —…No… No me gusta mucho llamar la atención.
—¡TENIENTE! —Llamó ella en voz alta.
—Dígame señorita Reuter.
—La parte de atrás del cuello del sheitan es diferente, ¿no será un depósito de grasa? La grasa es menos densa que el músculo, ¿no seria más fácil causar daño atacando por ahí?
—Habla de la giba, ¿verdad? Los sheitans son mamíferos y, como tales, poseen características en común con otros mamíferos conocidos; poseen un calor corporal muy elevado por lo que han evolucionado para adaptarse a esa situación. Estas criaturas acumulan poquísima grasa en el cuerpo, son básicamente puro hueso y músculo, por eso es que son tan difíciles de lastimar. Algunos sheitans han desarrollado gibas donde gran parte de su grasa se concentra, de modo que pueden sobrevivir en las altas temperaturas del subsuelo sin sofocarse. Este espécimen en particular es uno de ellos, sin embargo no se trata de una característica que se presente en todas estas criaturas. Pero señorita Reuter, su observación es muy buena y sí, en el caso de que la criatura a la que estén enfrentando presente una giba, los ataques en ese punto podrían ser más efectivos que atacarlos en cualquier otra parte del cuerpo, aunque claro que tendrían que colocarse a espaldas de esas bestias, lo cual no va a ser nada sencillo cuando se mueven a las velocidades que les he comentado. Por eso aquella es una de las técnicas de combate en que se les adiestrará posteriormente, una vez que posean la habilidad suficiente; pero veo que su ansia de lucha la ha llevado a darse cuenta de cada situación que pueda usar a su ventaja; muy bien hecho señorita Reuter, por algo es tan famosa.
Sharon volteó a observar a Jurgen con una sonrisa. —¿Ves? No es tan difícil hablar. —Le guiñó un ojo. —Estemos al pendiente de esos puntos débiles cuando luchemos.
Continuaron el plan académico del día, mortificados ante la cercanía de la hora de acondicionamiento con que terminarían la sesión, tendrían sólo unas pocas horas para bañarse, comer y descansar; les amanecería muy temprano y comenzarían de nuevo, otro día de extenuantes ejercicios y complicado estudio, así iba a ser todos los días.

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